El abuso que soportan los animales a manos de los humanos es doloroso, nauseabundo e atroz. Pero a pesar de lo duro que es pensar en él, nosotros no podremos detener el sufrimiento animal si simplemente miramos en otra dirección y pretendemos que nada está ocurriendo.
Todos crecemos comiendo carne, vistiendo abrigos de piel y visitando circos o zoológicos. Comimos hamburguesas o tuvimos preciosas aves encerradas en jaulas. El principio básico de la igualdad no requiere de un trato igual o identico, solo requiere una consideración igual. Esta es una diferencia importante cuando se habla de los derechos de los animales, ya que ellos sienten dolor al igual que nosotros. Los animales merecen vivir su vida sin sufrimiento. Cuando se está decidiendo sobre los derechos de un ser La pregunta no es: ¿pueden pensar? tampoco es ¿pueden hablar? sino ¿pueden sufrir?, la capacidad que tiene un ser de sufrir, es la característica vital que le da a ese ser el derecho a ser considerado con igualdad.
Solo el prejuicio nos permite negarles a otros los derechos que esperamos nos sean reconocidos a nosotros mismos. Sea por cuestión de raza, género, orientación sexual o especie, el prejuicio es moralmente inaceptable. ¿Si no comerías un perro, por qué sí un cerdo? Perros y cerdos tienen la misma capacidad de sentir dolor, pero es el prejuicio basado en especies el que nos permite pensar en un animal como compañía y en el otro como cena.
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